El 3 de noviembre del 2023 quedará marcado en la historia del fútbol americano nacional, toda vez que fue el día en que, a través de sus redes sociales, el quarterback de Raptors, Bruno Márquez, anunció su retiro del deporte dejando como legado un cimiento para el crecimiento de la disciplina, su profesionalización y un nombre con letras doradas como leyenda mexicana.
El primer acercamiento tangible de Bruno con el deporte de sus amores comenzó desde pequeño, de la mano de su hermano Enrique, a quien considera su gran maestro y cómplice durante su travesía deportiva. Fue cuando el ahora coach, Francisco Alonso, lo invitó a participar en un equipo infantil de la UNAM.
Tiempo después, tras cambiar de domicilio, Enrique tuvo que llegar a un nuevo equipo, esta vez acompañado por Bruno, quien con 5 años tuvo sus primeras experiencias como jugador siguiendo una herencia familiar ligada al deporte.
“Le hacen otra invitación a mi hermano de ir a Gamos, estamos hablando por ahí del 95, entonces es cuando yo, a la edad de 5 años me meten a jugar al equipo en la categoría más chiquita, que en ese entonces se llamaba cachorros, así hice mis primeros pininos; aún yo realmente no entendía nada, solo era un niño que iba a divertirse.
Y sí, realmente mi familia ha sido de fútbol americano, mi papá es fan de los Acereros de Pittsburgh, mis abuelos por parte de mi papá; mi abuela, creo que es la que más deportes ve en la familia, tengo un tío que jugó fútbol, de cierta forma el deporte ha estado ahí en la familia por muchos lados”, recordó.
Bruno Márquez, leyenda del fútbol americano profesional
Para ese entonces este deporte representaba para Bruno Márquez, principalmente, un momento de diversión; aunque su afición por el mismo comenzaba a marcarse, así como su gusto por ser mariscal. En los “tochitos” asumía la posición de quarterback por la admiración a Kordell Stuart, ex jugador de su equipo, Pittsburg, e incluso utilizaba el número 10 en su honor; sin embargo, fue receptor siguiendo los pasos de su hermano, alguna temporada fue corredor, incluso estuvo en la defensiva, fue hasta las juveniles que se afianzó en la posición que tanta gloria le daría.
“La verdad es que es curioso, porque yo me enamoro del fútbol americano como 10 años después, en mi familia quién es más apasionado es mi hermano, pero lo que fue del 95 al 2004 lo veía solo como algo que tenía que hacer, porque para ese entonces mi papá era presidente del Club Gamos; después del 2004 descubrí que tenía un talento especial que se me fue desarrollando.
Hubo un partido en la categoría pony, donde yo jugaba de receptor, el quarterback Ricardo Guerrero me lanza un pase y lo atrapo a una mano, ahí me doy cuenta que tenía las capacidades y tuve buenos números, pero fue hasta que llegué a Pumas cuando el gusto por la posición de quarterback se incrementó. En ese entonces yo seguía mucho a Vince Young, que jugaba en la universidad de Texas y curiosamente usaba el número 10, como que todo se alineaba”, dijo Márquez.
Y es que en primer año dentro de un equipo de Pumas también recibió el número en su jersey, las señales estaban puestas, pero fue hasta que se encontró con el coach Edgar Zapata que comenzó a tomar el rumbo de pasador.
“El coach fue quien me animó más a ser quarterback y realmente se me hizo muy fácil, creo que cuando tienes la convicción, el talento y el hambre para ser mejor que los demás se te hace algo sencillo, creo que el llegar a ser el mejor no es tan difícil, pero el mantenerse muchos años es lo más complicado, siempre quise sobresalir y eso me ayudó a desarrollar año con año un potencial y tuve mucha suerte de estar grandes equipos, eso me ayudó muchísimo a crecer como jugador”, comentó
Siguió su destino, guiado por la pasión y los sentimientos compartidos por su hermano, pues a pesar de que hubo ofertas de otras universidades, llegó a la Liga Mayor de la ONEFA con PUMAs C.U, con quienes pudo debutar como novato en 2009, ingresando en el último cuarto durante el partido contra la Universidad de Veracruz.
Para la segunda temporada llegó la gran oportunidad, la cual aprovechó gracias a la filosofía del esfuerzo, el trabajo y el hambre por destacar, lo que le hizo entender que debía estar listo para cualquier momento.
“En 2010 se había retirado Francisco Alonso, que curiosamente fue el que invitó a mi hermano a jugar, él llegó a ser mi veterano de quinto año y cuando termina la temporada 2009, el coordinador ofensivo; Edgar Zapata, en su función de planificar el próximo año me manda llamar, en ese año yo era el tercer mariscal de campo, pero hubo una lesión y deciden darme la oportunidad, ya no solté la titularidad hasta que acabe mi etapa”.
Márquez seleccionado para el Mundial 2011, en Austria, quedó subcampeón con un marcador de 17-10 ante Estados Unidos y aunque en su época fue la mayor tensión del Tazón Azteca, disputó sólo uno. Además, consiguió dos campeonatos en 2010 y 2013, este último cortando una racha de 47 años sin ganar en Monterrey, dejando un legado que, sin saberlo, sería apenas la primera parte de su leyenda, pues en 2016 sería llamado, como piedra angular, para comenzar la Liga de Football Americano Profesional (LFA).
“El proyecto siempre estuvo, desde que salió Edgar Zapata de la UNAM siempre tuvo esa cosquilla de hacer una liga profesional, sino mal recuerdas se intentó hacer una en los 90′ s, pero no hubo el apoyo necesario. La LFA comenzó en 2016, yo seguía jugando en algunas ligas, en 2015 pensé que ya no iba a volver a jugar y a finales del año me llama Edgar Zapata para platicarme del proyecto.
Habiendo sido mi coach y la persona que me enseñó todo lo que hoy sé de fútbol americano no dudé en unirme a su proyecto. La LFA decidió hacer lo más parecido al equipo de la UNAM y de las Águilas Blancas. Condors lo más allegado a Pumas e Eagles eran Águilas Blancas, la idea principal era atraer a esa afición con la primera selección en mi y Raúl Macedo, que en ese entonces éramos los jugadores más representativos de las máximas casas de estudios”, mencionó.
Con 25 años se volvió un jugador fundador de la liga profesional
Con 25 años se volvió un jugador fundador de la liga profesional; sin embargo, las deficiencias de una liga naciente los puso en riesgo durante el primer año, al igual que al nombre que había forjado en ONEFA durante 5 años. En 2017 recibió la llamada de Luis González “El Loco”, quien lo invitó a los Raptors dirigidos por el coach Rafael Duk, con la intención de tener un “último baile”.
En su primera temporada, a pesar de no llegar a la final, Márquez se convirtió en el jugador más valioso de la liga con 1,548 yardas por pase y 14 anotaciones.
“El primer año tengo una temporada exitosa, aunque no llegamos a la final, tuve un año muy bueno, ahí me enamoré más del proyecto y le eché todos los kilos para que las nuevas generaciones vieran que sí había talento, que sí había posibilidades de seguir jugando”, comentó.
Tras seis temporadas con el equipo de Naucalpan, Bruno anunció que no regresaría al emparrillado como jugador de alto rendimiento, una difícil decisión que tomó en pro del equipo más importante en el que jamás ha estado, su nueva familia.
“Fue la decisión más difícil que he tomado en mi vida, no es fácil dejarlo y más cuando tienes el potencial para seguir jugando. Yo estoy convencido de que pude haber jugado unos 3 años más pero el trabajo, el tiempo con la familia y la dedicación a la preparación cada vez era menor.
Cuando nació mi hijo, en septiembre pasado, lo platiqué con mi esposa y fue cuando decidí dejar este deporte por más amor que le tuviera. Afortunadamente el fútbol me cuidó durante muchos años, pero ya con la edad y la poca preparación que podía tener se volvía más riesgoso y un día, en unas vacaciones, me armé de valor y le avisé al director deportivo”, mencionó.
Tras 31 años de dedicarse a este deporte, Bruno Márquez comienza una nueva etapa en la que seguirá a la “Furia Verde” desde la grada, incluso no descarta la posibilidad de seguirlos en algún partido fuera de su cancha, así como no niega la posibilidad de volver al fútbol dentro de algunos años para desempeñar un nuevo rol. Por lo pronto, se queda con el reconocimiento de la afición y del gremio, pues se convirtió en la primera gran leyenda que ha dejado el fútbol americano profesional mexicano.
“La verdad es que me llena de mucha emoción, muchos sentimientos encontrados, porque es muy difícil los reconocimientos en el deporte de nuestro país, desafortunadamente el apoyo no es lo que esperamos como deportistas, pero el reconocimiento que me ha hecho la liga, el equipo de Raptors, el fútbol en nuestros país me llena de emoción para que cuando sea más grande y mi hijo pueda ver lo que hice, se percate que es un trabajo con mucho amor y esfuerzo, pero también para dejar claro que podemos competir por muchos años y podemos seguir creyendo en este proyecto para que siga habiendo reconocimientos hacía más jugadores”, concluyó.
TAR