De Batallas en el desierto y otras cosas

De Batallas en el desierto y otras cosas

De Batallas en el desierto y otras cosas

Por Paloma Cuevas

Paloma Cuevas
Diciembre 20, 2024

“Pero a mi edad nadie puede buscar a ninguna niña.

 Lo único que puede es enamorarse en secreto, 

en silencio, como yo de Mariana. 

Enamorarse sabiendo que todo está perdido

 y no hay ninguna esperanza.”

José Emilio Pacheco

Las Batallas en el Desierto

Había una vez yo que amaba devorar libros y leerlos como si fueran cebollitas. Pelaba capa a capa sus palabras y desnudaba un poco a la mente y el alma del escritor. Era divertido imaginar al que escribía, sus momentos, sus antojos y tal vez sus traumas. Eso de escribir siempre se me ha hecho un acto de catarsis desesperado, un momento en que el que utiliza las palabras se desnuda frente a la otredad del que hojea la obra.

Al mover los libros de la sala, lo descubrí. Era delgadito y un tanto sencillo de apariencia, se llamaba Las Batallas en el Desierto y debajo venía el nombre de un señor que ya había escuchado antes, se llamaba José Emilio y de apellido era Pacheco, era familiar, porque todos los sábados veía a Cristina, la otra Pacheco en Aquí nos tocó vivir, uno de los pocos programas que sobrevivieron a los miles de cambios, de ires y venires del canal Once que se niega a morir, y que lleva un poco de cultura y otras cosas a todos los que no nos rendimos a la televisión comercial.

Pues para no hacer el cuento largo, que de por sí no lo es, comencé a hojear el pequeño libro que traía a esa sugerente mujer en la portada, y luego me enteré de que esa canción, la que amaba cantar de Café Tacuba, en la voz de Rubén Albarrán… “Oye, Carlos, ¿por qué tuviste que salirte de la escuela esta mañana? ¡Oye, Carlos! ¿Por qué tuviste que decirle que le amabas a Mariana? En la escuela se corrió el rumor y en la clase todo el mundo se enteró”.

No había entendido hasta entonces el porqué de que Carlos se saliera de la escuela. 

Vivía en Morelia y las niñas buenas no se salían de la escuela, hasta que lo conocí a él… Con 15 años comprendí el porqué de querer salir corriendo y desear dar besos que duren vidas enteras.

José Emilio Pacheco murió un 26 de enero, tal vez respetó la fecha de mi cumpleaños, no soportaría haber nacido el día de su muerte… estuvo hospitalizado y luego inconsciente.

Poeta, narrador, ensayista y traductor, conocido por obras como El Principio del Placer y las Batallas en el Desierto, galardonado con el Premio Cervantes en 2009 y el Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana en el mismo año, el Premio Nacional de Ciencias y Artes en 1992, José Donoso en 2001, Octavio Paz en 2003, Premio Internacional Alfonso Reyes en 2004, Xavier Villaurrutia en 1973, entre otros.

Nombrado miembro honorario de la Academia Mexicana de la Lengua en mayo de 2006 y del Seminario de Cultura Mexicana.

Para mí, José Emilio Pacheco fue quien me enseñó que el ver a los papás de mis amigas taaaaaaaaaaaaan peligrosamente interesantes no era pecado, ni estaba mal, ni era locura, era una forma de amar distinta, traviesa y dolorosa, porque:

“Por alto que esté el cielo en el mundo, por hondo que sea el mar profundo, no habrá una barrera en el mundo, que mi amor profundo no rompa por ti…” como el bolero que Carlos descubre en la casa de Mariana, que estuvo escrito en la pared de mi cocina al recién casarme. Me acompañó durante el divorcio y ahora está tatuado en mi alma.

Larga vida a José Emilio y que el espíritu de todos quede Pacheco.

Quejas, sugerencias y aportaciones son siempre bienvenidas: 

@PalomaCuevasR

PAT

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