De poesía y erotismo

Antevasin

Queridos todos: hoy les dejo algunas de mis locuras poéticas, espero las disfruten y las compartan preferentemente de maneras eróticas, a fin de cuentas el erotismo no es más que el amor y el deseo elevados a la categoría de arte.

«Recuerdo que el amor era una blanda furia

no expresable en palabras.

Y mismamente recuerdo

que el amor era una fiera lentísima:

mordía con sus colmillos de azúcar

y endulzaba el muñón al desprender el brazo.

Eso sí lo recuerdo«.

Eduardo Lizalde

Y con esa cara de felicidad dolorida asumió que a veces la razón nada tiene que ver con el deseo y mucho menos con el erotismo y los orgasmos.

Una blanda furia decía el tigre, mientras endulzaba con el olor del algodón de azúcar la salvajada.

TE SUGERIMOS: De la cultura y su influencia en quienes somos

Una inmensa ternura, para hacerse de la vista gorda, y entre el disfrute, la boca chiquita y las ganas, esa posibilidad de hacer real lo impensable.

De realizar lo inenarrable y perderse en sábanas blancas cargadas de una cínica fatiga. Porque lo que bien hecho está cuenta con el máximo ingrediente de la inconsciencia. Existen lugares para pensar y otros tantos para hacer.

Mientras las palabras se convierten en jadeos inescrutables, monosílabos y como máximo bisílabos: “No.” “sí” “Dios” “por favor” “Dios mío” “Quédate” “Ahí, Ahí” etc

No hay consciencia que valga. No hay planeación.

NO existe el orden, sino la dulce excitación del momento y la posibilidad de vivirlo. Explorar, conocer, reconocer, mirar, escuchar, oler.

TE SUGERIMOS: De apropiarnos de nuestras ciudades

Cuando nos perdemos en el goce de la adultez regresamos a una infancia que nos remonta al Museo Papalote: “Toca, juega y ojalá que aprendan…”

Oh!

Abriste la boca y peces de colores nacieron para iluminarnos las miradas.

Escamas tornasol emergieron del universo de tus palabras y nuestras pupilas fueron cegadas por verdades enunciadas, silenciadas indefinidamente en el tiempo, tremendo verdugo de nuestras horas. 

El amor es ciego, dicen, pero yo lo reconozco en tus ojos, cuando me recorren sin principio ni fin, cuando crees que duermo después de la noche fatigada, entregada entre sábanas jadeantes de goce indeleble.

Vaciamos las palabras suavemente 

para no lastimarlas y dejarlas ser, 

los silencios se convirtieron en cuencos eternos 

intercomunicados por los sublimes versos de los sueños 

que han de acariciar la piel de aquellos 

que se atrevan a poseerlos…

Tatuado en la boca llevo tu nombre en idiomas que hasta hoy desconocía. 

Eres sílaba silente.

Eres el ¡oh! que recorre el rumor del viento, que acaricia al mundo.

Estás sin saberlo unido en mi aliento, y aún sin desearlo nos poseo en un trémulo momento que se evapora incesantemente.

¡Ohhhh!