Yo he querido mucho, a quienes me han acompañado en mis últimos muchos años de trabajo constante y sonante. Muchos años son más de 55. Tengo la suerte, de haber escrito ya, más de 3 mil 500 artículos, sin dañar y molestar a nadie. Sin señalar a ningún humano, porque sé que el que esté libre de culpa, debe tirar la primera piedra.
En este tiempo, he tenido también la fortuna de trabajar en lugares de excelencia, con seres humanos iguales que han sido mis maestros, o mis pares en la administración pública federal, estatal y delegacional.
Voy a intentar escribir ahora de un ser humano al que quiero mucho. Lo conozco desde hace 30 años, cuando allá por 94, Ignacio Pichardo Pagaza nos encerró en el Comité Ejecutivo Nacional (CEN) del Partido Revolucionario Institucional (PRI) para ganar las elecciones del doctor Zedillo. Y lo hicimos.
Allí me tocó trabajar en el quinto piso, dependiendo del presidente que era el mismo maestro Pichardo y de Humberto Lira Mora. De él dependía un cuerpo colegiado de exsecretarios de gobierno, de distintos estados de la República Mexicana.
Y allí estaba el muy particular y joven aún Arturo Montiel, que era quien le seguía a Lira Mora, secretario de acción electoral.
Trabajábamos de verdad de sol a sol y en ese equipo estaban personas de excelencia como Olga, como Isidro, como Cruz, como Miguel.
Hace poco, vi de reojo, que se reunieron en el cumpleaños de su líder, que luego fue gobernador y candidato a presidente de este país, Arturo Montiel, en una comida convocada por Isidro Pastor, a la que fueron muchos excolaboradores del mismo Arturo y compañeros de trabajo de años, que aún siguen siendo priístas. Eran todos amigos. Y su líder seguía siendo Montiel.
¿Qué de qué hablaron? Ni idea. Lo que supe después, fue lo que ha estado mandando Isidro, primero explicando a otro exlíder de su mismo partido, muy pequeño junto a él, algunas cosas de política; y también aclarando a un director de un medio, de lo que no estaba de acuerdo.
De verdad me acongoja y me da una inmensa tristeza, la nota que salió ayer, de que la PGR lo había capturado. Si hablamos de Isidro Pastor, hablamos de un estratega político, un extraordinario operador político mexicano. Creo que es uno de los mejores de este país. Hizo todo lo que le dijeron que debía hacer, y en todos lados ganó.
Pudo haber sido el gobernador de este Estado de México, y Arturo decidió que fuera otra persona. Luego, junto con Trini Franco se fue a otro partido y en este tiempo, después de muchos, pero muchos años de santo silencio, acaba de aparecer. Es idéntico al señor de los “huevos” que decidió de sopetón y sin previo aviso, volver a hablar.
Todo lo que sabrá y tendrá guardado en la conciencia el santo Isidro. Todo lo que caminó: aún un pleito que se echó contra la poderosísima primera dama de entonces: Martita Fox. Újule, solo él se hubiera atrevido.
Juntó a los diputados de aquel entonces, a favor de su gobernador al que siempre quiso mucho y que vio como su maestro. El aprendiz resultó bueno y brillante.
A Isidro lo quiero porque un día paró una conferencia cuando me vio, y me saludó en medio de ésta. Eran sus días en los que todos le tenían un gran respeto. Pobre de aquél que no se fuera a trabajar e inundara las calles del PRI. Pobres los que no trabajaran 24 x 24 y no entregaran resultados. Pobres de los que no ganaran.
Aún y sin miedo, un día que vino un líder de por allá por Naucalpan, a querer amedrentar, se encerró junto con sus secretarios, y al de organización, le aventaron un cenicero que le rompió la cabeza. Pero nadie lo dejó, y los miles de militantes en el edificio en donde ahora no pasa ni una mosca, se quedaron junto a él. Y los de afuera, también.
Sí usted me pregunta si quiero a Isidro Pastor, le diré que SÍ. Lo conozco desde hace 36 años y lo único que ha tenido conmigo son buenos tratos, buenos principios y buenas maneras.
A mí, nunca me dio miedo. Lo respeto como un ser humano que a mi parecer solo ha tenido un solo defecto en la vida: decir lo que piensa. No quedarse callado y obrar en consecuencia.
Ojalá se junten los mejores abogados de este país y lo defiendan. Se lo merece. Porque si no, desde donde esté, va a hacer un gran, profundo adoctrinamiento de amor a su patria. Eso lo sé.
gildamh@hotmail.com
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