Por primera vez, un libro coloca en el centro de la conversación a quienes trabajan detrás de los muros del sistema penitenciario mexicano.
En La verdad de los custodios (Aguilar), el periodista Andrés M. Estrada reúne los testimonios de los guardias de seguridad que, entre amenazas, corrupción y abandono institucional, sostienen a diario el orden en las cárceles del país.
Su investigación muestra lo que ocurre en un espacio donde la ley se distorsiona, la impunidad prevalece y los silencios se vuelven parte del trabajo.
La verdad de los custodios
El libro revela una realidad que se mantiene fuera del debate público: los custodios operan con pocos recursos, sin capacitación y bajo presión constante de grupos criminales y autoridades.
Lejos de cumplir con su función de readaptación social, las prisiones mexicanas se han transformado en centros donde el poder se negocia y el delito se perpetúa.
Estrada da voz a quienes nunca la han tenido: los vigilantes que enfrentan motines, fugas, asesinatos y complicidades que surgen en el mismo entorno donde se supone debería imponerse la justicia.
Especialista en temas de seguridad, el autor muestra un patrón nacional de precariedad y vulnerabilidad. “Más de la mitad de su vida la pasan enterrados sin haber cometido ningún delito”, afirma en entrevista con este medio.
Jornadas de más de 24 o 36 horas, sueldos insuficientes, amenazas y desgaste emocional definen la rutina de quienes custodian los penales. En ese contexto, los custodios no solo enfrentan el riesgo interno, sino también la violencia que los persigue fuera del trabajo.
Uno de los testimonios recogidos, el de Armando —custodio con más de 40 años de servicio—, resume el conflicto: “Hay nuevos elementos que se dejan amedrentar fácilmente… entonces uno tiene que ponerse al ´tú por tú´”.
La frase ilustra un entorno en el que los vigilantes se debaten entre cumplir la ley o adaptarse a la lógica del crimen. Algunos ceden por miedo o necesidad; otros se resisten y son relegados o acosados. La corrupción, señala el autor, es el eje que sostiene el sistema penitenciario.
El también periodista documenta casos en los que custodios, directivos y personal administrativo participan en la introducción de objetos ilegales: desde teléfonos hasta mercancías, mientras que los internos mantienen el control de los penales.
La investigación incluye testimonios de varias entidades, entre ellas, Zacatecas y Ciudad de México; y muestra cómo el poder criminal opera con conocimiento de las autoridades. Varios entrevistados prefirieron guardar silencio o se retractaron por temor a represalias.
Estrada no busca juzgar, sino mostrar. Su trabajo expone cómo los custodios, estigmatizados por la opinión pública, son también víctimas de un sistema que los deja sin apoyo.
“En muchos casos, deben ocultar su oficio, cambiar rutinas o aislarse para protegerse. La frontera entre la cárcel y la calle se diluye: dentro o fuera, el peligro es el mismo”
¿Cómo reformar un sistema que se sostiene en la corrupción?, se le cuestiona. Su respuesta es directa: el cambio solo será posible con voluntad política y una sociedad dispuesta a mirar lo que ocurre detrás de los muros.
El libro deja pendiente la voz de las mujeres custodias, quienes enfrentan acoso laboral y sexual, una dimensión del problema que el autor busca abordar en futuras investigaciones.
Con una investigación que combina rigor periodístico y acceso a testimonios inéditos, Estrada ofrece un retrato de la crisis estructural del sistema penitenciario mexicano.La verdad de los custodios da nombre y rostro a quienes el Estado mantiene en silencio: los trabajadores que sostienen un sistema que también los encierra.
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