La política de no confrontación
Alcaldes y Gobernadores
En este México tan polarizado parece que el político que más ofende, critica y tuitea contra el Presidente de la República, es el más popular, y posee mayores posibilidades electorales en el futuro inmediato.
Hay quienes se atreven a decir que el panista Javier Corral es un natural aspirante en el 2024, porque no le tiemblan las piernas para hablar en contra del tabasqueño; o también el gobernador de Jalisco, que hace hasta videos para decirle sus verdades al “señor López”.
Añoran a Meade, extrañan a Salinas y ruegan a todos Los Santos, para que después de vacunados, nos rescate Ricardo Anaya. Repiten que se irán del país, y que ya nos “cargó el payaso”. Antes no había un solo problema, argumentan; todos los males nacieron con la llegada del maldito Morena.
Unos más desearían ver al ex senador Javier Lozano como vocero de la oposición, o como legislador desde finales de 2021, para que desde la tribuna máxima del país le mentara la madre al que se retirará en el rancho La Chingada. Creen que la única senadora valiente es Lilly Tellez y no se pierden las columnas de los que odian a “ya saben quien.” Es más, la retuitean y la reenvían por WhatsApp.
Comparan mañana, tarde y noche a nuestro primer mandatario con Hugo Chávez, Raúl Castro, Vladimir Putin y los presidentes de China y Bolivia. Es más, disfrutaron la derrota de Trump como si el coordinador de la campaña del republicano hubiera sido el de Macuspana.
Cada muerto del COVID 19 es culpa del “populista” y cada problema de su municipio, estado o del planeta es culpa de que “no sabe vestir”, del “naco” y del “jodido” que ni sabe hablar en la reunión del G20.
Podríamos debatir, queridos lectores, si tiene la culpa de esa confrontación el titular del Ejecutivo o son los políticos conservadores que no quieren que se dé el cambio “verdadero” en el país; pero el sentido de estas líneas es analizar cómo le está yendo al político que no se agarra a tuitazos, un día sí y otro también contra el que nos guste o no, es el Presidente Constitucional de los Estados Unidos Mexicanos.
Citemos por razones de espacio dos ejemplos: los gobernadores de Oaxaca y al del Estado de México.
Alejandro Murat y muchos oaxaqueños saben que viene la mayor inversión de la historia en un estado olvidado: el tren Interoceánico, que será el Canal de Panamá mexicano, porque permitirá la conexión comercial entre Asía (océano Pacífico), Estados Unidos (costa Este) y Europa (golfo de México y el océano Atlántico).
Esta idea transformará la zona, porque será más atractivo que esa zona angosta de Centroamérica, ya que nosotros seremos más baratos, más rápidos para transportar productos y vendrán beneficios fiscales para todas las industrias que quieran participar en este gran proyecto.
Oaxaca tendrá pronto un nuevo rostro, y junto con el Tren Maya, serán las obras más importantes de la historia moderna para el sureste de nuestro país. Nadie debe dudar del crecimiento del PIB en la zona, y se estima la creación de casi 500 mil empleos, según dicen algunos especialistas, que aseguran, detonará el T-MEC. Es una obra de escala mundial y será uno de los canales secos más productivos del mundo.
Apenas en junio, en medio de la crisis que provocó la pandemia, Murat pidió cerrar filas con el Presidente y muchos lo criticaron. ¿Pero, para que pelearse con el dueño del balón? ¿Para que darle la espalda a quien por primera vez ve a Oaxaca más lejos de sus tlayudas y tasajo? ¿Para que subirse al ring con quien maneja la chequera, más allá de sus ideas, pensamientos y modelo de nación?
Hace unas horas, el gobernador Del Mazo tuiteó -acompañado de un video- que junto con el Gobierno de la República impulsan la construcción del Tren Interurbano México-Toluca, único en su tipo en toda América Latina, y que colocará al Estado de México a la vanguardia en materia de movilidad.
Además de ser una de las mega obras de infraestructura, este tren traerá a los mexiquenses modernidad, inversión, desarrollo, oportunidades, y empleo.
¿Para que pelearse con el dueño del balón?
Claro, Del Mazo y AMLO lucharán por meter el mayor número de diputados a San Lázaro y a la Plaza de los Mártires y obviamente hará el gobernador todo lo posible por ganar los comicios del 23; no quiere pasar a la historia como el primer tricolor que entrega el poder. Y que nadie lo dude, López Obrador trabaja para dejarle la gubernatura a la maestra Delfina, Higinio Martínez u Horacio Duarte.
Mientras llega la competencia electoral, para qué ofenderse, para qué darse golpes bajos y para qué alianzas federalistas que dividen.
Claro, esta visión puede calificarse de entreguista y servil, pero ¿a poco no saldrán ganando los mexiquenses y oaxaqueños, al hacer política de altura como la hacen Del Mazo y Murat?
*Periodista, editor y radiodifusor
@GustavoRenteria
www.GustavoRenteria.mx