Los periodistas
Con singular alegría
A mis amigos que han partido y que están en la estrella más luminosa del firmamento.
Las y los periodistas somos quienes nos dedicamos a comunicar los acontecimientos de un personaje, lugar, hecho político, triste o gran momento, de hacer la crónica de un festival o una pieza teatral o de una buena película o escribir un poema que irradie amor… en buscar las palabras adecuadas colocándoles el estilo propio de quien lo cuenta, como una pequeña historia. O decirles a nuestros lectores, quién gana las encuestas, para ser la o el gobernador de este lugar.
Y así comienza la narración de la historia del periodismo en la capital del Estado de México. Porque aquí, hace años se escribe la luz.
Aún recuerdo a mi amiga Margarita García Luna, que vino contenta a platicarme que a una escuela le habían puesto su nombre.
La ex cronista habló de la primera escuela de beneficencia, cuyo objetivo primordial era formar el corazón y la inteligencia de la mujer, sobre la base firme de una moral pura, severa, de una instrucción sólida y amena; que las adiestrara en todas las labores propias de su sexo. En aquel entonces, la mujer mexicana ya había transgredido todas las barreras del camino y del éxito.
La comunicación es la actividad humana por excelencia. Ha sido usada por siempre y desde siempre, con muchos fines, entre otros, en la política, al darle sentido a la información; a la publicidad, la propaganda, las relaciones públicas y, por supuesto, a la opinión pública.
La comunicación social y el periodismo son fenómenos de la intelectualidad, del pensamiento y la cultura de mayor importancia en todos los pueblos y naciones.
Gracias a la institución social que es el periodismo, han habido luchas interminables, planteamientos inconmensurables, porque los periodistas son los portadores de la libertad, de la verdad objetiva, son quienes deben interpretar al pueblo y, en muchas ocasiones, señalar los errores de los gobiernos en todos sus niveles.
Los periodistas son vigilantes, son atisbos, son los que arriesgan su vida. Los que salen a dar la cara por todos. Portadores de la bandera de la libertad y deben ser protegidos y cuidados permanentemente por la sociedad. No por la Guardia Nacional, ni por los policías, que dicen qué hacen, ni por el Artículo 19. Por la sociedad a la que representan. Cuidemoslos. Valen mucho.
Gilda Montaño.
gildamh@hotmail.com