Otra tragedia

Otra tragedia

Con Singular Alegría

Gilda Montaño Humphrey
Septiembre 15, 2025

Nada que celebrar hoy. Se está cayendo mi país a cachitos. Que graves cosas suceden en mi adorado México. Desde San Juanico, no había visto algo así. Estallido descomunal. Por supuesto que siempre, el 19 de septiembre ocurre algo nefasto. Se cae buena parte de la Ciudad de México. ¿Qué pasa? Ni idea. La verdad, le podemos echar la culpa a medio mundo. A las tuercas mal puestas; a los baches; a la velocidad; al destino… A circular por donde se nos pegue la gana, a la hora que se nos pegue la gana. ¿Y?

A que no existan seguros en las gaseras ; ni en el Seguro Social; y que no exista ya el Seguro Popular ni ninguna medicina, aunque les hayamos dicho a todos-toditititos los mexicanos– que en los centros de salud: Imss, Issste, Dif y Sector Salud en su conjunto, que si las hay. Mentira pura.

Que tristeza me dio ver de nuevo: primero el humo que rodeó de sopetón y sin previo aviso, toda la inmensidad de ese enorme puente de La Concordia; luego el estallido; el fuego a todo lo que daba; después, a todos en la redonda, siendo quemados de cabo a rabo, con todas las consecuencias del caso; en ese instante al conductor alertando con un grito que perpetuó su alma, que corrieran y que se salvaran. A ese pobre hombre que, según dicen, ya había alertado a la empresa, que se estaba mal el camión. A ese que se morirá pronto.

Y en ese momento, toda la gente, todos los mexicanos empezaron a apoyar a los que iban por la calle desnudos, y quemados. Con cubetas llenas de agua, muchísimos hombres y mujeres se reunieron. Se llama puente de La Concordia en Iztapalapa y de ahora en adelante, se puede llamar de La Desgracia. Dejó 94 personas afectadas, y 13 muertas. Hay 22 en estado crítico, seis graves, 39 delicados y 19 por fin, pudieron irse a su casa. Al día siguiente todos donando sangre y todo lo que pudieran acercar a la gente que buscaba desesperadamente a sus familiares. Agua, tortas, café, abrazos, tanatólogos, hermanos todos al fin mexicanos.

Que extraño me pareció ver la cara de Clara Brugada, de extraño apellido y no tan clara, que con una extraña sonrisita, (su comunicador le debía de decir que eso era una mega magna tragedia y que debía de permanecer lo más seria que pudiera) decía qué era lo que había pasado pocas horas antes.

Recuerdo hace muchos años, a San Juanico, ese lunes 19 de noviembre de 1984, que fue uno de los desastres más grandes en la historia industrial que pasó en San Juan Ixhuatepec, lo que provocó el mayor esfuerzo de rescate para ayudar a la población en una emergencia, jamás realizado, a 20 kilómetros al norte de la Ciudad de México.

Trabajaba en el CREA, (Consejo Nacional de Recursos para la Atención de la Juventud), como directora de la delegación Xochimilco. Y en ese momento se nos convocó a todos los directores y personal entero de la institución, a que apoyáramos. Y lo hicimos cabalmente.

De verdad que Dios nos libre de otra tragedia como esta. Vivimos a mil revoluciones por minuto y no nos enteramos de que de verdad existe un segundo para poder desaparecer de este plano. Los que se levantaron ese día, nunca supieron que esa sería su última vez de ver el sol. Ni de sufrir tanto. Como esa abuela que abrazó a su nietita y acaba de morir. Para ella y para todos, mi respeto absoluto.

gildamh@hotmail.com 

Vivimos a mil revoluciones por minuto y no nos enteramos de que de verdad existe un segundo para poder desaparecer de este plano. Los que se levantaron ese día, nunca supieron que esa sería su última vez de ver el sol

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