Pablo Alfaro el laudero de México

Pablo Alfaro es un artista, en toda la extensión de la palabra; músico, pintor, pero su fama internacional la ha alcanzado en la laudería. No sé si sería correcto referirse a él como un laudero, pues algunos lo consideran “El Laudero”, desde el hecho que es el artista en este ámbito con más premios en el mundo (56); sin embargo, en algún momento decidió dejar todo para apostar por su pasión comenzando desde 0.

Pablo, el Laudero mexiquense


Pablo tiene el arte en la “sangre”, descendiente de una familia de músicas, esta se volvió parte de su ser a temprana edad, encontrando en su abuela una gran inspiración.


Aunque también es un apasionado del fútbol, como muchos niños la aspiración era llegar a las canchas de primera división, aunque la autocrítica fue una de sus características desde la infancia por lo que los 12 años emprendió un viaje a Europa para instruirse en la música y el violín.


“Yo crecí en una familia donde todos eran músicos, mis tíos; todos son músicos, mi madre pianista, mi papá también tocaba instrumentos, mis abuelos maternos, mi abuela, ella era un estuche de monerías en el arte, era poetiza, pintaba, cantaba, era compositora.


La música y el arte siempre fue parte de mi, pero fue a los 12 años cuando empiezo en forma, tuve la fortuna de que me mandaran a Bélgica, a Lieja, a estudiar. Allá estaba un tío que estaba en la orquesta y fui recibido con todo el cariño”, recordó.

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El vivir en el extranjero suele abrir el panorama y visión de las personas, esta no fue la excepción, pero la forma en que cambió la vida del maestro Alfaro esta experiencia, fue porque allí tuvo su acercamiento con la lauderia, lo que describe como amor a primera vista.


“Fue una gran experiencia, que abrió mi panorama en todos sentidos y que me hizo darme cuenta de muchas cosas. En una ocasión, acompañé a mi tío a Ámsterdam, allá estaba el laudero con el que trabajaba y yo creo que fue esa vez cuando me enamoré de la laudería, fue amor a primera vista.
En cuanto entré al taller y vi todos los instrumentos fue quedé maravillado por completo, supe que eso me quería dedicar; de hecho, recuerdo que al regresar a casa construí un violín con cartón, que la verdad no quedó mal”, compartió.


Tuvo que regresar a México por cuestiones familiares, para aportar con dinero en el hogar, por lo que optó por la opción más viable, la música, y desde antes de los 20 años comenzó a tocar en orquestas profesionales.


“Lo que pasa es que, para la universidad, yo tuve que regresar a casa por cuestiones de salud de mi mamá, me tuve que poner a trabajar y yo encontré en la música la forma de hacerlo, desde los 19 años ya andaba en las orquestas”, comentó.

Trayectoria como instrumentista profesional


Durante 18 años fue un instrumentista profesional en México, pasando por Sinfónica Nacional, la Orquesta Filarmónica de la Ciudad de México, en la Orquesta de Música Popular de Xalapa y de esa trayectoria, 10 años fue miembro de la Orquesta Sinfónica del Estado de México.


Durante ese tiempo, el oficio permaneció presente, interviniendo instrumentos de su compañeros, lo que le ayudó a reafirmar su talento. Decidido, regresó a Veracruz para estudiar el arte, para después, apostar por un futuro en el que ha dejado un legado.

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“Yo sabía que sino era en ese momento no iba a poder hacerlo después y no podía esperarme a mi reencarnación, entonces decidí irme a Estados Unidos a ver cuál de mis habilidades me daba trabajo y fue en la Laudería donde encontré la oportunidad.


Entré a una tienda grande en Salt Lake City, Utah, y ahí trabajé durante 5 años pero yo tenía esta necesidad de trabajar con instrumentos más finos, porque ahí trabajábamos con instrumentos de escuelas, yo tenía que alcanzar a la vida y le dedicaba 16 horas, 8 de mi jornada y otras 8 para mejorar, tuve la fortuna de conseguir un maestro con quien practicaba los fines de semana”, comentó.


El maestro se enfrentó a la discriminación, pero la determinación y la pasión fueron el motor que lo no lo dejaron detenerse en esos objetivos, pues una de sus intenciones en la vida es poder dejar “algo”; pues considera el estar vivo un privilegio.


“La verdad es que yo sí me enfrenté un poco a la discriminación, incluso en la tienda en la que trabajaba el dueño no me dejaba usar las herramientas, y me tuve que construir unas muy austeras con madera para poder trabajar, había un viejito que cuando no había nadie más me dejaba agarrar la herramienta.


Incluso hubo un tiempo que cambié mi nombre artístico a Paolo, para que sonara italiano, porque sino la gente no me tomaba enserio, ellos esperaban verme en la jardinería, la construcción y todos los estereotipos”, compartió.

Laudería una vida


Con el tiempo regresó a su nombre de pila y construyó un camino para convertirse en el primer referente mexicano de la laudaría a nivel internacional, con reconocimientos en Estados Unidos, Europa y Asia; sin embargo, aún se mantiene con la misma hambre, comenzado cada día su trabajo como si fuera el primero pero con la responsabilidad de dejar un legado a la nueva generación mexicana.
“Comencé a ganar algunos premios, reconocimientos, hoy soy el Laudero con más premios e

n el mundo, con 56, pero todavía no ha llegado ese momento en el que sienta que ya recuperé el tiempo, los que vienen también son muy talentosos y cuando uno piensa que lo sabe todo ya no sabe nada.


Yo no me dedico a la laudería, yo soy laudero; es lo que yo soy, como y ceno la lauderia, no hay fines de semana, pero creo que así es cuando algo te apasiona”, detalló.


Alfaro no solo mantiene su visión en la lauderia, sino también en la pintura; donde ha encontrado espacios en museos y galerías, con la ambición de poder encontrar más tiempo para esta otra pasión.

DB