Serendipia, de Gilda Montaño
Con singular alegría
Hace unos días, la escritora Marcela Magdaleno hizo la introducción de mi libro Serendipia que quisiera compartir con usted.
“Sus palabras no se dirigen a un hombre. Son palabras de amor que trascienden tiempos, espacios, cuerpos y mentes, porque sus palabras se acentúan en una intensión bien definida: viajar en el periplo del amor.
“Con esta acción literaria de amor desenfrenado, desobediente, imprudente y ciego, la escritora Montaño Humphrey, desborda su femineidad en el océano, enamora la esencia de lo impalpable, desafía sus principios en un acto de valentía que oxigenan su alma. A través de la literatura se atreve, se mira, se toca. Al mirarse sin velo no se trastorna, porque abreva en las letras de la literatura universal.
“Así que el culto al amor intensifica sus talentos, a través de este recorrido amordazado, se expuso al dolor, se arrojó al abismo y sanó. La bienquerida se confrontó de una manera magistral. Este libro de prosa poética contiene varios géneros literarios que pueden ser usados en talleres como poesía, periodismo, epístola y una pequeña dosis de cultura política. Sin embargo, lo que provoca que no sueltes el libro es la manera cómo maneja el sentimiento de la pasión, por supuesto que lo disfraza de amor, lo cual es una falacia, ya que, en este capítulo de la vida del personaje, lo que se busca es tranquilidad y no que la vida te ponga delante de un ser, del cual, de inicio, sabes que viene a trabajar un karma, pero la intuición te dice que es hora de atravesar el lindero. Esquivar sería potencializar la agonía.
“Pocas veces en la vida es posible enamorarse profundamente. Pocas veces en la vida enamorarse con tanta pasión después de la adolescencia es más difícil. Con el tiempo dejamos de confiar, nos volvemos esquivas y el corazón se vuelve de piedra, este proceso lo describe en la segunda lectura y en párrafos muy pequeños, casi escondidos.
“¿Es ella?
“Se pregunta el lector al leerla. ¿Estará inventando un personaje ficticio para proyectar sus colores en un incesante monólogo interior? La indignación sacude la paciencia de vez en vez, ya que, tanto el feminismo como el machismo se engolosinan con tanta azúcar, pero de pronto su narrativa sacude y revienta los muros del género humano con esta afirmación filosófica:
“Lo mismo tú que yo: así como observaste años enteros a las mujeres, a mí me vieron los hombres. Fui coraza insumisa cuando algún búho intentó poseerla. Nada. Poner el pico en la nostalgia. Artemisa encadenada.
“Se desnuda en los paisajes de la mitología donde conversa con diosas, gigantes, hombres de un ojo, medusas y unicornios. A veces la vida revela que es más interesante conversar con los libros que con la gente, por eso, retiene el aliento de la narrativa, para conversar un rato con escritoras, poetas, filósofos, cocineras y te invita a su eros ardiente, aquella cueva que arde como si hubieran bebido té de damiana, y desde lejos se ven las llamas que salen de su cueva.
“Más allá del amor humano
“La vida contempla y completa, la autora acepta la pequeñez humana, se sabe poseedora del elixir de los dioses, pero cuando comparte, “el objeto del amor” se intoxicó y ella se asombra, sin comprender cómo alguien puede sentirse envenenado con el elixir de los dioses. Y fluye con este párrafo: <<De ningún laberinto propio, se sale con llave ajena. Lo sé. Te podría ofrecer todas las llaves del paraíso, pero ninguna te serviría. Podría ofrendar una vida entera, y ni así lo entenderías>>.
(Continuará)
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