Las primeras minas de El Oro fueron descubiertas a finales de 1787, no hubo en la historia aurense una bonanza mayor que la que coincidió con el porfiriato (1876-1911), la tecnología multiplicó la explotación minera y los dividendos capitalistas: un auge económico en el que el general Díaz se benefició como inversionista, con acciones de las mineras El Oro Nolan y Las Dos Estrellas.
Ese esplendor, entre la última década del siglo XIX y la primera del XX, impulsó el reconocimiento político de El Oro, efectivo en 1867 y consolidado con el decreto de erección del distrito judicial el 14 de abril de 1901, cuando la cabecera de la municipalidad contaba ya con 12 mil 469 habitantes. En diez años la población de la municipalidad rebasó los 30 mil, un crecimiento demográfico que propició la conformación de colonias aurenses, entre las que aún existen: Esperanza, San Rafael, Aquiles Serdán, Benito Juárez y Francisco I. Madero, las tres últimas mejor conocidas como La Bombita, Chinches Bravas y El Atorón.
El Atorón se ubica al suroeste de la cabecera municipal
Antes de que la colonia fuera llamada como el presidente de la Revolución, oficialmente fue Manuel Doblado, insigne liberal guanajuatense, quien falleciera en 1865, en Nueva York. El Atorón se ubica al suroeste de la cabecera municipal, a poco más de un kilómetro, limitada por las carreteras a San José del Rincón y Tlalpujahua, fue inaugurado en 1993 el monumento al minero desconocido, obra del escultor aurense Fernando Cano Cardoso, que tendría mayor presencia en la plaza bautizada con su nombre.
El Atorón es parte de la urbanización entre los límites de los estados de México y Michoacán, en donde también se forma un paso entre montañas que divide las aguas de los ríos de El Oro, hacia Tultenango, y Trigueros, un afluente que corre de Tlalpujahua a Tepetongo.
El histórico mote de El Atorón sin duda proviene del tiempo que demoraban ahí los trabajadores mineros de camino a sus casas, acusados de malgastar su salario en las pulquerías, cantinas, billares y prostíbulos que había en aquella colonia, donde igualmente se encontraban casas de empeño, baños de vapor, carnicerías, cajones de ropa e importantes tiendas de almacén donde se vendían artículos de lujo en la época del porfiriato. Ya desde entonces eran tradicionales los oficios de panadero, carpintero y herrero, tanto como lo era el arte de la minería y el arte mismo, pues de aquí son originarios cantantes como René Ramírez Zúñiga, integrante del mariachi Esto es México; Jesús Badillo, padre de Marisela, viuda del renombrado pintor Benjamín Domínguez; y los hermanos Peña, que alcanza ya la cuarta generación de músicos.
Cuatro son los principales accesos a la colonia: por la calle Benito Juárez, próxima al módulo policiaco Tecali; por El Vergel, que viene del viejo camino a Dos Estrellas; por León Guzmán, que se extiende un kilómetro hasta el límite con Michoacán, vía de comunicación terrestre con La Mesa; por la colonia Monte Alto, y por la parada de autobuses, al pie de la carretera a Maravatío, a un costado de una histórica edificación educativa, que antes fue primaria y secundaria, dirigida por muchos años por el profesor José Aguilera Gómez, de quien la biblioteca municipal toma su nombre; actualmente, Centro de Educación del gobierno estatal y vestigio de la característica arquitectura del lugar, entre ellas, las tapas de los contenedores, reutilizadas a modo de techumbre; que aceleradamente ha sido desdibujada por la autoconstrucción vernácula, tal como desapareció el nombre del barrio Cruz Blanca.
Al uso del ferrocarril y la lixiviación, el tratamiento químico que aumentó las ganancias mineras, habría que añadir el de la electricidad: aunque la ciudad ya contaba con este servicio desde 1900, suministrado por la American Mining Company, una empresa ad hoc, la Compañía de Luz y Fuerza de El Oro, construyó una subestación que en 1908 recibió la energía eléctrica desde Necaxa, Puebla, con un punto intermedio en Nonoalco, en la ciudad de México.
Al arraigo del maderismo en la región
Elegido presidente, Madero asumió el gobierno federal el 6 de noviembre. Antes de que los antirreeleccionistas asumieran el poder, Manuel Méndez fungió como jefe político del distrito de El Oro, aunque por apenas un par de meses. Al arraigo del maderismo en nuestra región –podemos suponer– le debemos el haber bautizado al jardín principal y a la colonia con el nombre de Madero, como un tributo al presidente asesinado el 22 de febrero de 1913, pues retornó al cargo de la jefatura el coronel Juan C. Gamboa, quien ya lo había sido en 1911, y que el 24 de marzo de 1913 firmó como tal un “Manifiesto para lograr la paz”, panfleto huertista que no detendría la primera incursión de revolucionados en El Oro entre el 21 y el 24 de julio.
Pero el trágico año de 1913 también es el de la reafirmación de la unión de los colonos de la Francisco I. Madero, al celebrar por primera vez la fiesta de san Miguel arcángel, el 29 de septiembre, devoción infundida probablemente por mineros guanajuatenses, no deja de llamar la atención que los nombres de Doblado y Guzmán, ambos gobernadores de Guanajuato, tuvieran cabida en este lugar en particular, sin omitir a otro de ellos, José J. Reynoso, ingeniero radicado en El Oro desde 1897. Lo único cierto es que es su fiesta patronal, aunque la iglesia de la colonia esté dedicada a la Inmaculada Concepción, de mayor antigüedad que la festividad, que se desarrolla en el Parque, la cual consiste en una representación que inicia con unos peregrinos en las antiguas capillas de san Miguel arcángel y del Cristo de Monte Alto. En la representación teatral hay un arriero, un rey, un séquito real, unos ladrones, un arresto, un fusilamiento; y en la noche, kermés, juegos pirotécnicos, quema de castillos y toritos de cohetones.
En este breve recorrido, es obligatorio traer a la memoria a personajes como Genaro Esteban Suárez Pérez, presidente municipal de El Oro en 1940-1941; la profesora Cleotilde Velázquez Villegas, la secundaria oficial ahora se llama así; Trinidad Fuentes Valdés, comisario de la cárcel que estuvo aquí hasta 1970, en la cuadra donde convergen El Vergel y León Guzmán; y, por supuesto, a una de las glorias del pugilismo nacional: José Toluco López, popular boxeador nacido en El Atorón el 21 de junio de 1932, hijo de Casimiro López y Esther Hernández, que a la muerte de su padre vivió en el barrio de La Retama, en Toluca, de los 6 a los 18 años; luego se casó con Guadalupe Flores, con quien tuvo siete hijos, y trabajó como albañil en la ciudad de México antes de iniciar su carrera en 1953. Fue campeón nacional de peso gallo entre 1955 y 1959, y se retiró en 1963, con un total de 124 combates: 99 de ellos ganados, 63 por nocaut. Murió en la ciudad de México el 17 de diciembre de 1972, a la edad de 40 años.
En el sitio aún se preservan construcciones del siglo XIX y XX
La muerte es el último punto al que nos referiremos: desde luego, el panteón de Dolores, inaugurado, como el teatro Juárez, en febrero de 1907 por el gobernador Fernando González Mantecón. Su puerta principal, de admirable herrería, fue obsequiada en la década de 1920 por la Compañía Minera Las Dos Estrellas. Por su arte funerario de principios del siglo XX, este cementerio merece su visita, morada común para quienes somos de esta tierra tan querida: El Oro.
El Oro colinda con Michoacán, como se muestra en el mapa; en el sitio aún se preservan construcciones del siglo XIX y XX, que se han convertido en no solo emblema del pueblo, sino un atractivo turístico-cultural de la entidad. Foto Andrea Bueno. Mapa Lirio Morales
Información de Christian Bueno, cronista municipal de El Oro.
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