Sabiduría
Con singular alegría
Valorar es el significado del ser.
El espíritu no se gana, se merece.
El espíritu no se gana, se merece. Todo valor empieza con la vida: la justicia, el bien, la verdad y la belleza, de donde se desprenden todos los demás: honradez y dignidad; prestigio y libertad; tolerancia y conciencia; amor y espiritualidad; identidad y solidaridad; prestigio y humildad; templanza y prudencia; honor y conciencia. Sabiduría.
Si conjugo esto con lo que he aprendido, me puedo interesar más en mi nación y por supuesto en sus gobernados, en sus gobernantes y en su gobierno.
Pienso que la seguridad nacional, la información clasificada, el manejo de grupos para tener y conformar el orden y el estado de derecho, así como el funcionamiento de la política pública de nuestro Estado, hacen la necesidad de tener al frente dignos administradores públicos de carrera. La crisis por la que vive el país es el agotamiento de un conjunto de fallas de gobierno. Es el anuncio de que está emergiendo uno nuevo.
Si un gobernante no entiende de derecho, de políticas públicas, de administración pública, de gerencia pública, ni percibe la crisis por la que vive el país, no sabrá cómo resolver sus problemas.
El llamado estado administrador o administrativo da muestras de deterioro en esta nación. En este momento, necesitamos una gran toma de conciencia de lo que ocurre en nuestro país. No todas las intervenciones del Estado en la sociedad y la economía, son funcionales. La capacidad de respuesta para atender problemas públicos por parte del Estado Administrativo, empieza a rezagarse. No se saben las consecuencias que un mal manejo político puedan suscitar. Y en este sentido, el voto de castigo es lo de menos.
Y con esto se encaminan las Políticas Públicas y la Gestión Pública: a que los funcionarios tengan una mejor preparación. Esto significa establecer conceptos como administración por resultados -no por objetivos- con gente perfectamente adiestrada en cada uno de los campos. Y por supuesto con valores. Que de eso no se habla para nada.
Se trata de formar nuevos directivos en el gobierno, en la administración; mayor competencia del servidor público. Servidores públicos con capacidad multifacética. Al concepto de eficiencia se le agregan indicadores de medición. Adoptar la cultura de la productividad y desempeño. Introducir la palabra costos políticos, en los procesos de la gestión pública. El manejo de la gente que ayuda a establecer los mecanismos para elaborar las políticas públicas es importantísimo. Entender a la burocracia es de suma importancia. Como ferrocarril en marcha, ellos son los que jamás se han bajado.
En este sentido, yo quisiera preguntarles a los servidores públicos si saben lo que significa gobernabilidad. Debemos informarles que se pregona que el Estado de la globalidad no debe ser tan obeso, tan centralizado, tan abrumador en términos de la centralización de la economía. Sino que, los estados en la globalidad, deben ser más ágiles, con menos peso y menos tamaño.
¿Sabrán cómo empezar a corregir la Administración Pública? Punto clave donde la Administración es afectada, es que se le asocia con prácticas de desprestigio. Se empieza a formar el movimiento de la nueva gestión pública, dándosele este nombre para no asociarla con la Administración Pública desprestigiada. Porque desprestigiarla, lo hacen ellos a diario.
La sencillez y humildad que necesitan, hacen que gente de la altura y dignidad de un político y administrador público que sea su jefe, que sea su líder, y que se roza con la gente más necesitada y que trabaja de sol a sol, esté empañando su gobierno. Los líderes necesitan gente de su altura, de su categoría, de su visión. Por eso el pueblo los ha escogido.
Odio y resentimiento no son un común denominador que hagan triunfar a un ser humano. Sí el entendimiento del Estado mexicano. Pero por supuesto que esto sólo lo sabe un administrador público, experto en políticas públicas, en gerencia pública, en identidad estatal, en amor a su pueblo, y en humildad. Como cuando valorar, es el significado del ser. Porque el espíritu no se gana, se merece.
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